Se considera adulto mayor a las personas mayores de 65 años. A partir de este momento si no se ha llevado una vida activa el riesgo de caer se multiplica sustancialmente. Las caídas suponen el inicio de la discapacidad en un altísimo número de personas. Cuando un adulto mayor se cae, en el mejor de los casos, está magullado y dolorido unos días, pero empieza el miedo a salir a la calle o simplemente el miedo a moverse. Si desafortunadamente acaba en una hospitalización, en muchas ocasiones esto supone el principio de la discapacidad que se va acentuando con el paso del tiempo si no se trabaja en ello. Este trabajo es complejo (ajuste farmacológico, presencia de úlceras…), tiempo-dependiente y debe hacerse por un equipo sanitario multidisciplinar en el que uno de los objetivos primordiales sea restaurar la actividad y por tanto recuperar la independencia lo antes posible.

Pues bien, nuestro objetivo no es otro que enseñar a toda persona mayor que quiera a mantener sus capacidades funcionales el mayor tiempo posible.

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